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Invierno y defensa

 

En el verano casi siempre nos llama la atención el consumo de platos y alimentos refrescantes, con una alta cantidad de agua, fríos y ligeros, pero por el contrario en el invierno, nos apetece, en la mayoría de los casos, preparaciones calientes como guisos, cremas o sopas entre otros. Cuando baja la temperatura llegan las enfermedades más frecuentes asociadas al invierno que afectan principalmente a las vías respiratorias como la gripe entre otras.

Son los niños y los adultos mayores lo más vulnerables a estos cambios de temperatura y es importante el tener una buena alimentación para poder mantener un sistema de defensa fortalecido y de esta manera disminuir la posibilidades de enfermarnos. Este sistema de defensa tiene una alta complejidad en su función, razón por la cual no es del todo posible determinar exactamente qué elementos o factores de nuestra alimentación pueden influir en el. A pesar de ello de acuerdo a varios estudios podemos identificar algunos factores que lo afectan. Por ejemplo; las variaciones de los aportes de energía en nuestra alimentación pueden tener influencia en la actividad de nuestro sistema de defensa. Las personas con desnutrición tienen un alto riesgo de padecer enfermedades. Si se siguen, por ejemplo, dietas no supervisadas por un profesional que tienen un bajo aporte de energía, con la finalidad de lograr pérdida de peso, esto también puede disminuir su capacidad. Por el contrario un aporte elevado de energía puede afectar la función del sistema de defensa de poder combatir enfermedades. Consumir lácteos fermentados (yogur) con frecuencia puede aumentar, como parte de una alimentación balanceada, las defensas a nivel intestinal. El buen funcionamiento del sistema de defensa necesita realmente de un consumo constante de todas las vitaminas y minerales necesarios e importantes para el mantenimiento de una buena salud. Por ello, hay que asegurar mantener una dieta equilibrada que incluya frutas y verduras en abundancia, lácteos fermentados, alimentos de origen animal, pescados azules y cereales integrales. No dejar de lado realizar de forma regular actividad física de intensidad moderada (caminar a paso ligero, nadar, bicicleta, entre otros) y tratar de evitar, en lo posible, el estrés, uno de los principales enemigos de nuestro sistema de defensa.

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